Spal, el primer nombre de Sevilla
por equipo Sevillaconguia
¡Hola!, ¿cómo estás?
Nos encontramos sumergidos en información, en forma de libros, prensa online, diversos blogs, conociendo, investigando sobre nuestra querida ciudad, sobre esa cultura local -tan importante- que deseamos transmitir. Y estamos pasando un buen rato, sobre todo, porque compartirlo es lo mejor de este trabajo.
Y, cuando llevamos a cabo nuestro otro trabajo, como guías, como intérpretes del patrimonio, ponemos en contexto a los viajeros que nos visitan, les explicamos, por ejemplo, de dónde proviene el nombre de la ciudad. Algo esencial si se quiere llegar a un punto concreto de la historia.
Sevilla, como ciudad milenaria que es, ha ostentado varios topónimos, siendo el inicio, la fuente del mismo, la antiquísima Ispal. Quizá nos suene, un poco más, la Híspalis romana, pero eso, llegaría después, mucho después...
El "bronce Carriazo" es una de las expresiones artísticas más icónicas de la denominada cultura tartésica y representa a la diosa fenicia Astarté. Está hecha de bronce y datado en torno al 625-525 a. C. Se le denomina de ese modo por haber sido encontrado por el arqueólogo Juan de Mata y Carriazo en el Jueves, un tradicional y antiguo mercado local que aún tiene lugar a lo largo de la calle Feria, dicho día de la semana
En general existe un acuerdo acerca de denominar cultura tartésica a la que poblaba la actual Sevilla, antes de la llegada de fenicios y griegos. Y no solo lo que hoy es Sevilla sino que se extendió por buena parte del suroeste peninsular, de hecho, unos cuantos topónimos tienen su origen en la cultura tartésica.
Baesippo (Barbate), Ostippo (Estepa), Laepo (Lepe), Corduba (Córdoba), Onuba (Huelva)...
Tartessos fue un reino situado más allá de las Columnas de Hércules -estrecho de Gibraltar-, en el bajo Guadalquivir. Su mayor esplendor lo tuvo desde mediados del siglo VIII a mediados del VI a. C, para terminar desvaneciéndose en la bruma de la historia antigua. Y se conoce que aquello se convirtió en un crisol cultural, un período al que podemos llamar orientalizante y que comienza con la llegada de los fenicios a las costas de la Península Ibérica.
«Cerca de Cástulo hay un monte que por sus minas de plata llaman Argentario, se dice de él que mana el rio Betis -Guadalquivir-. Polibio dice que éste y el Anas -Guadiana- vienen de Celtiberia y distan entre sí unos novecientos estadios. Parece ser que, en tiempos anteriores, se llamaba al Betis "Tartessos" y, como el río tiene dos desembocaduras, se dice también que la ciudad de Tartessos, homónima del río, siendo llamada esta región Tartessos, la que ahora habitan los túrdulos». (Estrabón)
Así lo dijo Estrabón -geógrafo e historiador griego-, que fue un culo inquieto, un viajero incansable en busca del conocimiento y afirmó que, aquí, donde hoy día se encuentra Sevilla, existía una ciudad, que era parte importante de una región llamada Tartessos. Ni más ni menos que su capital, llamada Spal.
Según Benito Arias Montano y la creencia popular, Spal significa "tierra plana", o "llana". Algo que tiene sentido, ya que Sevilla lo es. Aunque sería más justo "tierra baja", por su cercanía al mar, aún más en aquella época.
Spal, así la llamaban también los fenicios, de hecho, en el siglo X a. C. el mar desembocaba a pocos metros del sur de la actual Sevilla, existiendo un gran y navegable estuario, perfecto para los comerciantes de la época, ideal para los intercambios culturales y comerciales que se darían en esta parte de la Península Ibérica.
«Todas las copas de beber del rey Salomón eran de oro y toda la vajilla de la casa era de oro fino, porque el rey Salomón tenía una flota de Tarsis en el mar y cada tres años, venía la flota de Tarsis trayendo oro, plata, marfil, monos y pavones» (Biblia-Reyes 1,10 21-22)
La Biblia recoge, en esta cita del Libro de los Reyes, escrita allá por el siglo VII a. C, y nos remite tres siglos atrás, cuando la opulencia mineral del sur de la Península Ibérica atraía hasta el otro extremo del Mediterráneo a los primeros navegantes semitas.
Ellos fueron los primeros en beneficiarse del impulso que el rey dio a las navegaciones, con intención de comerciar con el país occidental del que procedían la mayoría de aquellas riquezas. Aquel país no era otro que Tartessos.
Extensión de Tartessos en el 500 a. C. Esta bahía conectaba al norte con el lago Ligur o Lago Ligustinus
Para griegos, fenicios, hebreos y etruscos, Tartessos era el país de occidente en el que se obtenía el estaño -necesario para hacer bronce-, la metalurgia era uno de sus grandes atractivos para otras culturas, a veces, tan distantes.
Por poner un ejemplo, el conocimiento del hierro pudo llegar a Tartessos gracias a las colonias comerciales fenicias como fue la de Gadir -Cádiz-. En aquella época el hierro aún era considerado como un metal precioso y, por lo tanto, muy caro.
El hierro y su beneficio, en un lugar con una tradición metalúrgica tan antigua, se extendió con rapidez. Y con la llegada de los fenicios llegó también la explotación de oro y, sobre todo, de plata. Huelva era el centro de la obtención de aquella plata. Los fenicios, la obtenían mediante una técnica llamada copelación.
Para este pueblo, la presencia de Tartessos tuvo que ser enorme y, con ella, el crecimiento de la leyenda de este tipo de suelos tan generosos, que se expandiría a otros pueblos, llegando a oídos de los griegos. Como si fuese una suerte de Eldorado.
Otro historiador griego, Éforo de Cime, escribió sobre:
«Un mercado muy próspero, la llamada Tartessos, ciudad ilustre, regada por un río que lleva gran cantidad de estaño, oro y cobre de Céltica».
Se cree que algunos llegaron a identificar Tartessos con la legendaria Atlántida de Platón, por ello, se la consideró como uno de tantos mitos. Y esto fue así hasta que, bien entrado el siglo XX, se halló un tesoro de la Edad del Hierro, cerca de Sevilla, en el transcurso de unas obras.
Aquel tesoro no era otro sino el del Carambolo, primerísima evidencia arqueológica de esta olvidada, aunque recordada en forma mítica, civilización que tomó su nombre del propio río, el Tartessos, el Betis y, hoy en día, el Guadalquivir. A sus orillas se desarrolló una de las culturas autóctonas más importantes de la Península Ibérica.
«Según cuenta la mitología griega sobre Hércules, tras acabar con la vida del gigante Gerión, que era el primer rey de Tartessos, se hizo dueño de su rebaño de toros rojos, el cual, supuso el décimo de los doce trabajos que el héroe griego tuvo que completar».
Pero, como aquel, Tartessos no fue un mito. Los mercaderes que por ella pasaron dieron constancia de ello, Tartessos era un país rico, fértil, con oro, plata, estaño, hierro y con abundancia de ganado, algo que, para los griegos de aquel tiempo, representaba cierta riqueza.
Sal, cereales, pieles, vino, aceite, perfumes, tejidos, vasijas de vidrio...Mientras, en las orillas del Mediterráneo oriental, se desarrollaban ciudades, de forma abundante; en Asia Menor, Egipto, Creta. Las gentes que vivían en ellas demandaban más y más productos. Junto a la marinería, que ya se había hecho profesión, surgieron exploradores deseosos de conocer qué había más allá de ese «mar cerrado» que era el Mediterráneo.
Así pues, la exportación de metal a oriente se realizaba a través de comerciantes fenicios, distribuyéndolo por el Egeo, dando vida a centros metalúrgicos en Argos, Samos y Corinto. La plata, adquirió gran importancia en el balance económico de Oriente. En todo el Mediterráneo Oriental imperaba el patrón plata, en Siria, Anatolia y Babilonia.
Este es el conjunto de joyas tartésicas hallado en el cerro del Carlambolo -Camas, Sevilla-. Está compuesto de piezas de oro -brazaletes, pectorales y un espléndido collar- y se cree fue el ajuar de un sacerdote y de los animales que eran sacrificados en honor de la diosa Astarté y el dios Baal
Tartessos desaparecería tras la muerte de Argantonio, considerado su único monarca, tras una cruenta batalla en Alalia -Córcega- en el año 535 a. C. Tras el ataque etrusco en la actual Italia y, también, a los cartagineses en el norte de África, que luchaban a su vez contra los griegos, la civilización tartésica se quedó sin sus aliados y expuestos al ataque púnico. Cartago se hizo dueña del Mediterráneo occidental, el comercio cesó y Tartessos, abruptamente, desapareció.
Tartessos se encapsuló, por decirlo de alguna manera. Enterraron sus tesoros, realizaron un holocausto -un sacrificio de 52 caballos, de forma ritual, y hay que tener en cuenta que un caballo en aquella época era tan caro como lo es un coche de alta gama hoy en día, además de ser un animal sagrado- y, como si se los hubiese tragado la tierra, se desvanecieron. Aún se debate el porqué, si acaso fueron empujados hacia otras tierras por otros grupos humanos...Este hecho, añade más interés si cabe en esta cultura tan controvertida.
Representación del rey Argantonio, con el ajuar áureo del Carambolo
Sobre Tartessos han corrido ríos de tinta, de blogs y de historiadores que opinan esto o aquello. Sus orígenes son algo confusos y aún continúa abierto el debate sobre si debe considerarse una cultura autóctona o el resultado de una transformación de una cultura previa a partir de su contacto con otros pueblos.
En 2011 se celebró un congreso en la ciudad de Huelva. En él, se debatió sobre la verdadera existencia de Tartessos, de su verdadera existencia como cultura diferenciada. Y la polémica se extendió al Museo Arqueológico de Sevilla donde se rotuló al Tesoro del Carambolo como "fenicio". Pero, la gran mayoría de especialistas en el tema siguen pensando que ese conjunto de piezas de oro y cerámica tienen rasgos definitivamente tartesios.
Pero nosotros pensamos ¿qué más da? Tartessos, de algún modo, coexistió comercial y culturalmente con pueblos lejanos y existe una evolución clara en el modo de vida de los habitantes del curso bajo del Guadalquivir, antes y después del siglo IX a. C. Lo que realmente nos interesa es que estuvieron aquí, formando parte del complejo entramado histórico, en el que cada pieza es necesaria para que la siguiente tome forma, hasta llegar a nuestros días.
Tartessos y su interesantísima historia, cultura, religión y tradiciones, así como su relación con otras, volverán a este blog, se trata de un asunto que, ¡nos apasiona!
Como siempre, si has llegado hasta aquí, te damos las gracias por tu tiempo. Seguiremos indagando en nuestro archivo, para seguir creciendo y ofrecer un contenido más abundante y de mayor calidad.
¡Feliz domingo!
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