El día en el que Sevilla recibió un gran regalo

por equipo Sevillaconguia  

¡Hola!, ¿cómo estás?

El mes de enero ha sido espectacular en Sevilla, a pesar de la lluvia -tan necesaria- y el esperable frío -¡sí, por aquí también refresca bastante!- hemos disfrutado de un montón de días de cielos despejados y un sol espectacular que tiñe a nuestra ciudad, como bien dice la canción, de un color especial. 

Y es que uno de esos lugares especiales para deleitarse con las vistas, dejarse acariciar por ese sol tan necesario durante estas fechas y conocer uno de los lugares más importantes de la historia de España, repleto de patrimonio monumental, es el río Guadalquivir, cruzar sus puentes, brujulear por sus paseos...

Es allí, en un enclave tan espectacular, donde nos encontraremos con la famosa torre del Oro...


Pasear por el entorno de la Torre del Oro, junto al río Guadalquivir, es una actividad ineludible, a la hora de visitar Sevilla
foto: @noemorenophotographer

Un 24 febrero de 1221...

O, también, el año 617 de la Hégira -calendario musulmán-. Fue el momento en el que Abú-l-Ulá, gobernador almohade, entrega la torre del Oro a Sevilla. Aunque dicho pueblo -originario del actual marruecos- la llamaba «Borg-al-dsayeb», cuya traducción es, esa misma: torre del Oro. Convirtiéndola en una construcción legendaria desde su inauguración. 

Así lo recoge la crónica de Rwad al-Quirtas, historiador árabe del siglo XIV. Este importante dato supone que la Torre del Oro sea el único edificio hispalense de la primera mitad del siglo XIII cuya construcción haya sido documentada tan detalladamente. 

Construida en la orilla izquierda del río Guadalquivir servía de defensa -vigía- de la ciudad, vigilando la entrada de barcos. Siendo esta su función, la podemos denominar torre albarrana -que forma parte de un recinto fortificado-. Allá por 1220 los almohades se encontraban en plena confrontación con los castellanos al norte y con otras corrientes islámicas que amenazaban desde el sur. Fortificar, aún más si cabe, Sevilla, no era mala idea...

Hoy en día se puede acceder a ella al nivel de la acera por la que discurre el Paseo de Colón, junto al río Guadalquivir. Pero, antiguamente, la puerta de entrada se encontraba a, aproximadamente, 5 metros del nivel del suelo, y se llegaba a ella gracias a una coracha, que no es sino un lienzo de muralla que protege la comunicación entre una fortaleza y un punto concreto -la torre- que no se encuentra lejos de dicha fortificación. Una pasarela elevada, nada más y nada menos. La coracha, desapareció entre los años 1821 a 1822, debido a unas reformas que eliminaron todo cuerpo anexo a la torre. 

Pero antes de eso, tuvieron lugar otros acontecimientos. Y primero, analicémosla un poco. 

La Torre del Oro se divide en tres cuerpos construidos a base de argamasa, cada uno de ellos, hechos en épocas diferentes. Su planta es dodecagonal -12 lados-, lo cual, la convirtió en una novedad, ya que no existían antecedentes con dicha forma. 

La Torre del Oro es, desde su concepción, un elemento defensivo muy especial. 

Su altura es de 36 metros y supone un estupendo mirador desde el que divisar uno de los entornos, como decíamos al principio, más importantes de la historia de España y América, de su intensa relación, debido a que el puerto de Sevilla se convirtió en el Puerto de Indias, el cual ostentaba el monopolio comercial con un continente recién descubierto, un Nuevo Mundo. Para su administración, los Reyes Católicos fundaron en Sevilla la Casa de Contratación de Indias, que funcionó desde 1503 hasta 1717. Esto, supone otro interesante capítulo que trataremos, más adelante... 

Pero antes de que ocurriese todo aquello, la Torre del Oro fue testigo de diversos eventos históricos. La ciudad gobernada por los almohades fue asediada durante un año hasta que, en 1248, el rey Fernando III de Castilla y León, San Fernando, tomase posesión de la misma. 

✅Sobre san Fernando te contamos cosas muy interesantes en este post  ✅

Se dice que una cadena, sustentada gracias a unos flotadores y encapillada en un bolardo en la otra orilla, la de Triana, evitaba que pasasen las naves no bienvenidas. De hecho, es de común acuerdo que el almirante Bonifaz, con la ayuda de naves cántabras, rompió aquella cadena y, tras ella, el puente de barcas que unía ambas orillas. 

En el escudo de armas de Santander y Laredo, por concesión real, aparece la Torre del Oro y un navío con las velas desplegadas rompiendo las cadenas. 


Escudo de armas de la Villa de Laredo 







Escudo de armas de Santander


La torre que encontraron los reconquistadores era diferente a la actual. Estaba formada por un solo cuerpo de, al menos, 20 metros de altura. Fuera como fuese, la Torre del Oro, como otros edificios que dejaron los almohades fueron respetados, sobre todo, por su utilidad. 

En el siglo XIV el rey don Pedro I de Castilla, el cruel -o el justiciero-, mandó que se le añadiese un segundo cuerpo de 8, 15 metros de altura. Pedro I dejó una enorme huella en Sevilla, cuyo máximo exponente es el Palacio Mudéjar, la joya del Real Alcázar de Sevilla. 

Alrededor del famoso y controvertido rey siempre hubo -y habrá- mucha leyenda, aunque forjada en la historia verídica y en la que podemos confiar. Se cuenta que don Pedro usaba la parte superior de la torre para impresionar a las doncellas con las que concertaba una cita en tan particular enclave. Entendemos que por las fantásticas vistas de Triana, y el discurrir del río hacia el sur, además, de ser un lugar mágico para contemplar la puesta de sol. 

Una vista peculiar de la torre del Oro desde sus pies
foto: @noemorenophotographer


Pero, ¿por qué se llama Torre del Oro?


Se trata de una pregunta muy común y se suele relacionar con el oro de América o que, en algún momento, estuvo cubierta de azulejos como los que aún pueden verse en la parte superior...

Nada más lejos de la realidad, su nombre no tiene nada que ver con que en su interior se guardase dicho metal precioso sino que estuvo recubierta por una mezcla de cal y paja prensada, que con la ayuda de los rayos solares, producía el reflejo, en la ondulante superficie del río, de una torre dorada. 

Con el paso del tiempo la torre también sufrió cierto abandono. Algo que sería impensable a día de hoy, sucedió, llegando al siglo XVI en un estado tal que hubo que actuar para que no desapareciese, llevándose a cabo una importante obra de consolidación. De no haberse hecho, la Torre del Oro habría tenido otro destino durante el terremoto de Lisboa de 1755. Sin saberse, se la preparó para uno de los acontecimientos más terribles que viviría, primeramente, Portugal, y también un buen conjunto de localidades repartidas por la Península Ibérica, norte de África y algunos puntos de Europa, en algunos casos tan distantes, como Suecia, donde llegó a sentirse el temblor. 

Tras el terremoto, hubo que meterle mano de nuevo, en 1760, fecha en la que se añadió el tercer cuerpo, esa especie de linterna coronada por una cúpula y cubierta de azulejos dorados que le da ese toque tan característico. 

La Torre del Oro rodeada de andamios. A pesar de todo lo acontecido, ahí sigue


En el año 2005 sufrió su última reforma, bastante ambiciosa, que tuvo como objetivo principal deshacer todas las reparaciones que se realizaron sin estudio previo, para tratar que el edificio volviese a ostentar su esplendor primigenio. Y fue esta restauración la que convirtió en realidad, confirmando lo que era leyenda; que la torre del Oro estuvo, sin lugar a dudas, encalada, y esto era lo que la hacía brillar en la superficie del Guadalquivir...

Y es que siempre hubo dos ciudades, la real y la que se ha reflejado en el río, siglo tras siglo...

En 2014 se talaron algunos árboles -esto es algo más controvertido- de gran tamaño en la puerta de Jerez, creando una nueva panorámica urbana que destaca el monumento. Más allá del importante asunto arbóreo, lo cierto es que echar un vistazo al Paseo de Colón desde la Puerta de Jerez y ver la Torre del Oro en la distancia, a poder ser, al atardecer, supone una experiencia que recomendamos. 

Vista de la torre desde la Puerta de Jerez 


Sea como fuere las funciones que la Torre del Oro tuvo y que podemos asegurar son las siguientes: prisión -para la nobleza- embarcadero real, almacén de pólvoras, oficinas de la Capitanía del Puerto de Sevilla, sede de la Comandancia y, actualmente, museo naval, que recomendamos encarecidamente, además de subir a su cuerpo superior para disfrutar de las maravillosas vistas...


Una de las increíbles perspectivas que ofrece la parte superior de la Torre del Oro. Triana y su puente, la moderna Torre Sevilla, la réplica de la Nao Victoria...
foto: @noemorenophotographer


interior de la Torre del Oro en la actualidad
foto: @noemorenophotographer



Sobre la Torre del Oro aún podemos contar un montón de cosas más, algo a lo que no podemos resistirnos, y de lo que nos ocuparemos próximamente...

Como siempre, si has llegado hasta aquí, te damos las gracias y te deseamos un feliz día. 

¡Por cierto!, la Torre del Oro y todo su contexto forman parte de una de nuestras visitas más demandadas y que llamamos Sevilla Esencial. Si te apetece, tan solo tienes que contactar con nosotros, o también, puedes visitar la tienda de nuestra web

                                                          ✅¡Conoce la Torre del Oro!






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